domingo, octubre 15, 2006

Actitud y Afectividad II

Los sentimientos

Una relación afectiva sana proporciona sentimientos genuinos de cariño, afan de cooperación, vitalidad y alegría; una insana provoca sentimientos de rencor, falta de vitalidad, confusión y amargura. Una relación afectiva carente de sensibilidad va a la deriva y puede estar abocada al desastre; la sensiblería tampoco es buena consejera, porque termina por agotar a quienes tienen que soportar a la persona sensiblera y sus excesos.

La sensibilidad

Vivimos en un mundo que le falta mucha sensibilidad y, por tanto, mucha compasión. Debemos cuidar la sensibilidad como si se tratara de una flor hermosa e irrepetible. La sensibilidad hace que seamos entrañables, comprensivos e indulgentes tanto con quien despierta nuestro afecto como con los demás. Una emoción puede provocar un pensamiento y un pensamiento piede provocar una emoción. Una emoción puede generar un estado anímico específico y un estado anímico se traducirá, a su vez, en emociones. Toda emoción, sobre todo si es intensa, movilizará, tanto el cuerpo como la mente; es a la vez física y mental. En toda relación afectiva es necesario saber controlar las emociones y las reacciones emocionales insanas y, por supuesto, no llegar a expresarlas; cuando las emociones basura se expresan compulsivamente siempre acaban abriendo heridas en la relación afectiva que luego son muy difíciles de cerrar. Para controlar los afectos de forma lúcida y sana, es preciso aprender a dominar las emociones de forma cuerda e inteligente, porque las emociones perniciosas que inciden una y otra vez en la relación sólo consiguen deteriorarla y desbaratarla. Posteriormente, hay que aprender a desreprimir aquello que nos hace daño y para ello nada mejor que por ejemplo: cantar, bailar, chillar, correr, respirar,... descontroladamente pero en un entorno seguro. En casos graves donde haya que desreprimir cosas graves y/o muy antiguas, traumas, rechazos, ascos, manias etc mejor acudir a un especialista. Como suele decir el dicho: "el hábito hace al monje y el camino se hace caminando", por tanto, para alcanzar el grado de maestria emocional aprenderemos a canalizar adecuadamentes esas emociones insanas, sin hacer daño a nadie ni tan siquiera a nosotros mismos.

La pasión

Cuando algo nos atrae o nos repele poderosamente, se convierte en una pasión. La pasión entronca, pues, con la avidez y la aversión, surgiendo dicha avidez o inclinación descontrolada cuando expermentamos una sensación placentera. No nos basta con disfrutar de esa sensación, sino que empezamos a generar sobre ella actitudes de adicción, obsesión y posesión. La pasión se desencadena cuando una persona comienza a pegarse a ella en exceso y a desarrollar una obsesión compulsiva, afán de posesión, celos y expectativas no fundadas. En el extremo opuesto, cuando experimentamos una sensación desagradable hacia alguien es cuando surge la aversión, el rechazo, el odio, ... que puede llegar a la autosugestión autodestructiva con el fin de hacer sentir lástima en los demás y manipularlos para atraer a aquellos que desea rechazando colectivamente a aquel que rechaza. Tanto la avidez como el odio son emociones intensas que se tornan en pasiones. Estas pueden llegar a absorver a una persona hasta el punto de aturdirla y alienarla, La pasión te ciega, te domina y te roba el sentido. Se puede llegar a identificar tan ciega y mecánicamente con la pasión hasta el punto de perder todo control sobre sí misma, convirtiéndose en "pasión en movimiento", ignorando a su consciencia y careciendo de toda consciencia de sí misma. Siempre suele imponerse a la razón, salvo en el caso de personas muy racionales y maduras, con mente muy clara y controlada. La pasión siempre condiona la conducta y comportamiento, llegando a anular por completo el entendimiento, pues toda pasión intensa enturbia la visión y distorsiona el discernimiento. La persona sumida en la pasión puede perder el control de sí misma y dejar de ver la realidad tal y como es para contemplar sólo lo que se quiere o teme ver.

Aquellos con escaso autocontol, inmaduros, caprichosos, impulsivos y que, en resumen, no se conocen bien, son los más proclives a dejarse arrebatar por pasiones profundas. La persona demasiado apasionada carece de juicio cabal e imparcial, de razonamiento claro y lucidez mental.
No hay apego más peligroso que el de las ideas, ni apasionamiento más pernicioso que el ideológico. Lo mejor es llegar a reorientar y canalizar la energía pasional, evitando herirnos a nosostros mismos con ella o herir a los demás, algo que es digno de madurez emocional. Una afectividad rica y verdadera no se asienta únicamente sobre la pasión, sino que al contrario, hace gala del desapego, porque la obsesión es una actitud que malogra infinidad de relaciones afectivas.

La pasión es el motor de la vida, es imposible de matar, pues si ella muere nosotros morimos. La pasión es como un león, de la misma manera que un domador no mata ni anestesia a los leones, nosotros no matamos ni anestesiamos las pasiones. La represión es tan maligna como el apego descontrolado a la pasión. La represión provoca falta de vitalidad, inmadurez, perveriones sexuales, lujuria, infinitas enfermedades psicológicas, narcisismo,... Esas perversiones se llevarán a la práctica o no, pero lo que sí es seguro que estarán permenentemente atormentando nuestra consciencia, sin dejar un momento de paz. Por tanto, debemos aprender a sanarlas, para vivir una vida llena de vitalidad, fuerza, corage y sin miedos, sin miedo a nada, pues nada hay que a temer. Como dice un dicho tántrico: sálvate de ti mismo, pues tú eres tu mayor peligro.

El estado de ánimo o humor

Ánimo es hálito, energía, vitalidad, fuerza, tono o vigor.

Cuando estamos animados, nos sentimos joviales, optimistas, plenos; cuando estamos desanimados, nos notamos deprimidos, pesimistas, vacíos. La constancia de ánimo es el mejor auxiliar que existe para que podamos alcanzar el equilibrio y la estabilidad.

"Los demás me insultan, pero yo no recibo el insulto." Era un factor externo que podía influir en su esta de ánimo, pero, al no reaccionar a él, mantenía el ánimo equilibrado.
Un periodista acudió a entrevistar a un hombre realizado y le preguntó:
- ¿Se deprimía usted antes de realizarse?
- Sí, claro, como todo el mundo -repuso el hombre tranquilamente.
- Y después de la realización, ¿se deprime usted?
- Sí, a veces, pero ya no me importa.
Es preciso trabajar de forma diligente para que en una relación afectiva prevalezcan los tonos sentimentales constructivos, lo cual no implica que no se deba mostrar un ánimo abatido si se diera el caso, no es malo llorar, es mala la represión o la histeria, el caso contrario.

Debemos tener la certeza de que podemos influir en el equilibrio, tono y armonía de nuestro propio estado de ánimo y de que podemos poner medios para mejorarlo, sosegarlo y alegrarlo. Toda persona debe procurar mantener el buen humor en sus relaciones con los demás y no salpicarlas con su mal genio, su irritabilidad y su enfurruñamiento.

Pero hasta los estados anímicos son moldeables cuando la persona tiene la capacidad, por limitada que sea, de cultivar e incluso "imitar" estados de humor positivos.
Era un maestro que siempre estaba contento. Los discípulos, intrigados, le preguntaron:
- Pero ¿cómo es posible que siempre te encuentres feliz?
- No es difícil, amigos -contestó el maestro-. Todas las mañanas, al despertar, me pregunto a mi mismo: "A ver, ¿qué elijo hoy, la alegría o la tristeza?." Y siempre elijo alegría.
Todo aquel que sea susceptible, suspicaz, emocionalmente débil o inmaduro, se verá sobreafectado y sus reacciones emotivas y cambios de humor serán muy pronunciados; en cambio, aquel que sea más integrado y maduro, más ecuánime, se verá menos afectado, sus reacciones emotivas serán menos intensas y sus cambios de humor resultarán menos estridentes. Además, los que no estén tan dominados por las tendencias de avidez u odio, mantendrán también un ánimo más armónico y estable; mientras que aquellos que tiendan a la obsesión y a la aversión, se verán arrastrados de continuo por sus oscilaciones anímicas, pasando rápidamente de un estado de ánimo a otro.

Como decia un maestro en India: no aceptes ni rechaces nada y encontrarás la felicidad y la paz

Actitud y Afectividad

La actitud es la manera en que nos tomamos los acontecimientos, los cuales nos "afectarán" de forma más o menos intensa según como sea ésta. En realidad las cosas no son como son, sino como nos las tomamos.

La afectividad es algo íntimamente relacionado con nuestro humor o estado de ánimo. La afectividad está tambien estrechamente unida a la sensibilidad. El afecto es la inclinación que sentimos hacia quien despierta en nosotros atracción, simpatía o cariño.

Los integrantes de la esfera afectiva son:
- Las emociones y sentimientos, incluyendo las reacciones emocionales.
- Las pasiones
- El estado anímico o humor.
- Los condicionamientos afectivos.
- El afecto propiamente dicho y la capacidad afectiva de la persona